miércoles, octubre 07, 2015

La carta que nunca vas a leer.



Te esperaba todas las noches, sin creer que la posibilidad de separarme de vos podría materializarse, hacerse real en el tiempo. Me contaba a mí misma cuentos que iban separándonos, sin saber que también de mí dependía el encuentro. En la soledad, casi despreciaba un espacio común, y hoy ya no importa cuál es tu parte de culpa, porque ni siquiera tengo la certeza de si pensas en eso como yo, cuando me quedo sola en la habitación con tantas cosas que hacer y tan pocas ganas.
No sé si vernos soluciona algo, aplaca el dolor unos instantes, pero después vuelve como una ola cuando toma impulso, se acerca a la orilla y deja una espuma pesada en los bordes. Extraño cocinar en esa cocina, tomar tres mates a la mañana, intentar poner en orden las plantas, separar los residuos orgánicos, un abrazo distraído antes de cerrar los ojos para intentar dormir. Me castigo recordando esto, y reprochándome las decisiones que tome, cuando te propuse separarnos. Tenía que tomar una decisión, pero no soy como vos, casi siempre me equivoco.
Ya te lo dije en su momento, pero me recuerdo a mí misma que enojada estoy con todo esto.  Escribí muchas veces sobre el momento en que miro por la ventana y observo la calle allá abajo, pero nunca conté que me acuerdo cuando miraba hacia el pasaje y olía los jazmines de estación, o prendía velas y sahumerios para alimentar la casa, que es tuya pero que te juro intente que también fuera de los dos. Hoy sé que, evidentemente no supe cómo muchas cosas.
Esta distancia, que siento que cada vez nos separa más, es así de dolorosa, hace pesado los días. Me pone incapaz de muchas cosas. Extraño tu energía, sobre todo en momentos como este, donde se detiene el tiempo que no puedo, ni se si quiero volver atrás. Si supieras lo que me pesa todo esto, no sé bien a donde ir, y no quiero interferir en tu vida, no termino de saber lo que siento, no sé bien qué hacer conmigo, y no entiendo por qué el amor se diluye, si hubieron tantos momentos hermosos, tantas cosas compartidas, tantas decisiones tomadas de a dos. No puedo, no quiero soltarte, no entra ni en mi corazón ni en mi cabeza que ya no estés, no creo que este momento exista, es que pasé noches enteras sin dormir cuando me fui, cuando me pediste que me fuera, que sentí que no tenía otra opción. Siempre voy a desearte lo mejor, porque te lo mereces, y uno de los mayores problemas que hoy tengo es que no se si yo me lo merezco.

miércoles, septiembre 23, 2015


…hasta que un día toque la angustia con la yema de los dedos. Las brasas estaban calientes, y por encima una rama seca despedía un olor dulce que desgarraba mi memoria en finas fibras de carne.
Enrojecida, mi razón no dejaba de circular por los días que fueron.
Hace poco menos de un año espero.
Ardiendo en recuerdos pienso el futuro como la incapacidad, eso que atora los flujos, y el presente más parece un ancla pesada, una llovizna que no renuncia la estación.
Soy de las que cuenta lo que siente porque se le escapa el pensamiento.
Un barco en aguas sin viento,
un mar sin mareas,
una corriente que de subterránea se entierra, ni siquiera un abismo.
Los pasos en la habitación silenciosa, un pedazo de tarde que graba las preguntas sin palabras, el deseo de sentir una esperanza y la necesidad de que la voluntad abra la puerta.
Todo se enrosca mientras la hoguera se enciende y desdibuja mi silueta, la alza, se estira y desaparece en un universo de estrellas que no se ordena, ninguna constelación las guía. Entonces sueño una danza que intento atrapar pero no bailo.
Un fogonazo que sofoca y fastidia, una letra tan clara que confunde.
Bajó el sol, sale despacio la luna. Tardo en encender la luz como si la penumbra fuera retener el aliento, como si retener el aliento retrasara la angustia.
Todavía me quemo.

martes, mayo 26, 2015

Por ese entonces Malena contempló que la posibilidad de pensar otras historias también existía.
No encontró remedio para la fantasía que iba metiéndose con un ritmo incesante, pero empezaba a ver entre las sombras algo más que las propias - otras sombras, unos matices que todavía no decían mucho.Todavía el deseo estaba atado al recuerdo, un fogonazo que termino dejándola casi ciega, casi sin miradas proyectadas más allá del ayer.
Sabe que en algún rincón escondido la espera esa luz.
Frunce el ceño entrecerrando los ojos porque piensa, se deja llevar un poco y observa, sin saber qué fichas mover, ni cómo, ni cuándo, ni siquiera termina de entender si algunas hay que sacarlas del fuego, para dejarlas helar hasta que congeladas se rompan y se hagan polvo, se vallan con el próximo viento. Todavía no debe ser el momento, dice bajito, aunque el momento sea siempre.

domingo, marzo 15, 2015

Hasta que un día abrió la carpa y al salir, observo que estaba justo frente al lago. Un azul helado era bordeado por una sombra blanca al amanecer de sol frágil. En este sentido, una fragilidad tan humilde que ardía con su sola presencia.
Salió, en ese entonces, al borde congelado del sur. Vio toda su costa y más allá…como en la extensión misma de las cosas que callan. Una ausencia que llena el vacío como diciéndonos entre paréntesis “¡Acá estoy!”.
Mojar los pies no era la opción mas cómoda pero si la que mejor la conectaba con el presente, así que piso con cautela cada una de las piedras hasta que el agua le llegara a las rodillas, fue entonces que decidió mirar hacia atrás un poco, hacia delante de lleno, otras vez detrás suyo todo lo que era de inmenso, y otra vez por delante…abrió los ojos todo lo que pudo para permitir que todo lo que hubiera alrededor quedara guardado no tanto como emoción, si de seguro como sensación. Esperaba, siempre buscando, que cualquier cosa la conmoviera, cualquier detalle por mas chiquito que fuera, pudiera sorprenderla…De algo así se componía su inocencia. Era como un perro medio cachorro medio adolescente que iba festejando e invitando a festejar, aunque muchas veces pudiera eso significar tarascones, mordidas mas o menos fuertes, rasguños, el día sin paseo, pero ni en esos momentos el perro deja de mirar el cielo a través de la ventana, y uno no puede ser tan egoísta como para dejarlo sin su vuelta al mundo.
Llevo dentro del bolso dos piedras, sin antes pedir perdón por ese ultrajo y agradecer por ese mismo regalo en una mañana que creyó inanimada.
Fue con el alma cuando junto todas sus cosas, e intentando no mirar por encima del hombro salio a la ruta buscando otros espacios, ni mejores ni peores sino diferentes. No importaba cuán diferentes, pero otros seguro.
Camino el día entero sabiendo que podía parar donde quisiera, solo era cuestión de tomar la decisión por ejemplo, de calmar la sed o saciar el hambre, incluso simplemente detenerse a respirar, un suspiro que es aliento o calma o animo para seguir o todo eso u otras cosas pero aire.
Solamente quería encontrar donde pasar la noche, para mirar las estrellas y detener el pensamiento, callar las razones, esperar lo inesperado sin esperar nada. Otra vez, desear el silencio.

martes, marzo 10, 2015

Conforme avanzaba la humedad en la pared más se abrían las grietas..........