miércoles, junio 19, 2013

En el patio de mi casa un rosal blanco estaría intentando tocar el sol.
Detrás el caracol avanza hacia su hoja, delante sube el humo enredándose en las espinas.
Un aire de otoño viejo me empuja hacia el interior de mis brazos, que fríos, intentan tocarse.
La cueva-casa me espera que volver a atraparme, yo voy escapándome por el quinto renglón.
Una frase que salva, un sonido que calma. Es el mismo silencio, el que ocurre.
Una anormalidad sin ganas de cura, un faro que ve y no entre la niebla del mar que atropella.
Un paisaje de mundos, un cielo medio gris, medio blanco, medio todo. Y algún rayo asomándose en el eterno ocaso que siempre espera la luna.