martes, junio 28, 2011

El cajón abierto en medio de la habitación oscura, recién amanecía cuando Jimena apagaba el despertador, una vez más, contra el dolor en el pecho, la mano que aplastaba su diafragma.
Frunció el ceño, trago saliva con dificultad, puso la palma izquierda sobre el corazón. Miro la almohada, entrecerró lo ojos, consulto la hora, pensó “otra vez “y suspiro caminando hacia la cocina. Apoyo la frente sobre la ventana balcón que daba al patio, el piso estaba húmedo. La mama en silencio, apoyo su mano sobre el hombro de Jimena, y mano sobre mano, comenzó el día.
Tomo el tren de las 7:15 hs. que pasaba puntual por la estación Artigas. Al mediodía, comió algo de todo lo que había sobre la mesa, en terapia aprovecho para que nadie interrumpiese su pausa, cuando apoyaba su cabeza sobre el respaldo del sillón de cuero oscuro. “Necesito una excusa más viable que el simple hecho de seguir viviendo, no encuentro la foto, no sé dónde la deje, pensé que estaba en el cajón, pero no la encuentro”.
Ricardo pasó a buscarla, creyendo que saliendo a dar una vuelta, la distraería. Muy por el contrario, ensombreció su mirada más de lo que estaba, sin querer paso por la puerta del departamento.
Rozo con sus dedos los labios, hizo una mueca, pasó los brazos por detrás de la cabecera del asiento y se durmió. Cuando despertó estaba de nuevo en su casa, tomando impulso bajo del auto, sin ganas entro directo a su habitación, apago la luz y se metió en la cama.
6:30 de la mañana retomo sus quehaceres, esta vez un poco más animada, sabía que era cuestión de tolerarlo un día más, que por mucho tiempo iba a ser así. Volviendo del trabajo, novela en mano, doblando en la esquina de siempre, un rayo tibio de luz invadió sus ojos, una brisa cálida le corrió el pelo de la cara y los hombros, sintió su perfume, sintió que la acariciaba, sus ojos fueron directo a las baldosas amarillas, estaba la foto, estaban los dos, de la mano. El viento hizo que se diera vuelta: “Estoy”.