viernes, marzo 24, 2006

"que la soledad se apiade de mi"

Las verdades siempre duelen, más me duele tu ausencia en esta tarde gris donde las señales cuestan.
Esa sensación de saberme herida sin quererlo, la realidad no me deja palabras para explicar la nostalgia ante un beso que no duro mas que un instante, que no fue mas que una triste brisa en mis labios.
Nunca llegarías a ver lo que arriesgue porque el centro del mundo se termina en tus pasos cuando tu historia es única y no da lugar ni siquiera a notas al pie, ni a paréntesis mal puestos.
Permitirme llorar en tus palabras fue el camino hacia el asesinato de mis risas, hacia el armado de la imagen de alguien que solo piensa en caer.
No hay lugar para esa mirada oscura en mis días cuando entiendo que no puedo hacer más nada que seguir intentando el amor en otras manos.
Sigo creyendo que tiene que haber algo mejor, como excusa para dejar que el aire me de el aliento.
No voy a dejar de querer tus ojos en los míos, ni tus chistes en mis oídos.
Es claro el mensaje cuando cerras la comunicación conmigo. Me niego a creer que soy una molestia o el motivo de tu fastidio porque no me lo merezco.
Pareciera que quererte es un pecado y la condena es la indiferencia.
Me das cabida para quererte…
No dejes más hilos de esperanza en este tejido que solo tiene huecos. Dos puntos, tres agujeros y miles de agujas oxidadas en el fondo de mi alma.
Desayune con tu recuerdo en mi boca y cene con la derrota entre los dientes. EL almuerzo fue un plato salado sin bebida, la merienda un puñado de cosas agridulces.
Espero que sea la última vez que escriba con el dolor como inspiración y que la próxima pueda decirte que fuiste quien levanto mis pies del piso cuando todo comenzaba a caerse.