jueves, junio 15, 2006


mis besos, tus besos, los besos
¿mis besos? ¿tus besos? ¿nuestros besos?
que lindos que son los besos...

jueves, junio 01, 2006

Al aire, a "un inconsciente ya inmanejable que no me deja vivir en paz"

Como si se abriera de par en par, la escollera da paso al Río.
Emprende entonces el viaje hacia un horizonte más calmo, sabiendo que las tormentas tomarán de imprevisto su alma en algún lugar del más profundo y azul océano.
Cierto caballero audaz despunta encegueciendo sus ojos, esos cuyo color distrae al agua impidiendo diferenciarlos del oleaje.
El suave sonido va embistiendo sus oídos al ritmo del viento y entonces se sumerge en sus pensamientos escapando de la soledad que abriga su existencia en esa inmensa mezcla de sensaciones, entre libertad y encierro.
Cómo escapar del cielo se preguntaba al tomarse fuerte de la baranda que le salvaba la vida.
Guardo silencio a la espera de un milagro cuando amarro su barco al puerto, las aves pronosticaban las lluvias que no cesarían hasta el amanecer.
Hay ciertas costumbres propias de determinados territorios y otras comunes a los hombres de esta tierra y probaba los besos del Mediterráneo.
A la par del crepúsculo, las olas doradas bañaban las rocas, el ritmo insaciable de su corazón era atacado por aquel fenómeno.
La arena iba metiéndose en sus brazos cuando su piel morena invadía la blanca palidez sureña.
América del Sur siempre supo retribuir sus esfuerzos pero aquel aroma era mucho más que eso.
Aquellas manos lo habían fascinado, los ruidos de sus tacos pisando fuerte, su pollera roja, los lunares…Esas vueltas inalcanzables de su cuerpo confundían el cielo con su pelo. Las estrellas encandilaban la noche, las guitarras tomaban velocidad de golpe.
Caminó por las galerías de la Plaza, sigilosamente se fue acercando. Hervía la sangre por todo el Ayuntamiento, pasó de largo la Catedral y se tomo un descanso en el Palacio asombrado ante tanta imponencia recordando aquellas pestañas.
Supo bucear bajo el sol mas intenso y se encontró con la soledad de nuevo, conviviendo con aquellas cosas que herían sus horas, con cosas así, como cuando desborda el alma.
Los jardines andaluces acompañaron sus lagrimas, digirió comidas colmadas de azafrán cuando la Alhambra lo tomo de golpe.
La luz teñía las hojas del Ciprés, del lado izquierdo una fuente refrescaba su espíritu.
Magia en el aire español hizo que recordara la transpiración que generaban sus labios y retorno al 2 x 4, metiéndose de nuevo en su juego.
Buenos Aires lo esperó con los brazos abiertos. Giro en la esquina y el Obelisco le dio la bienvenida.
Sus pasos recorrieron un San Telmo nostálgico, extrañando el perfume del placer porteño cuando ni las sobras quedan.
Dirigió su mirada hacia el empedrado sin poder creer que una vez más había caído en la trampa.
Recostó su cabeza sobre la almohada, tomo valor y dejo que llegase el sueño entre tanta indiferencia.
Sonrisa de por medio se siguió preguntando que tan necesario es el amor…
Incorporándose subió al tren emprendiendo uno mas de sus viajes y pensó: “Molestia sensual la de este sabor a tierra argentina, seria interesante probar besos con sabor a sierra.”
Y las vías hicieron lo suyo, dejando atrás los mordiscos del Mediterráneo.