viernes, septiembre 16, 2005

La tarde paso entre lagrimas

Ayer me senté a mirar como caía la lluvia con la luz apagada y tuve ganas de que alguien me abrazase.
Te diría que hasta fue desesperante admitirte que me engaño a mi misma cuando digo que no quiero tener nada que ver con esta vida.
Es que tengo tanto miedo de que me vuelvas a hacer lo mismo…
Cuantas veces creí que esta vez era diferente, pero no.
Las calles las camino todas, cuesta arriba…empedrados altos haciendo equilibrio, sin caerme aunque mojándome en los charcos de aguas oscuras.
Hay días que sopla el viento tan fuerte que tengo ganas de dejarme ir hacia otro lado, pero la rutina me gana de mano y me quedo acá tan sola como siempre.
No queda otro remedio que ponerle el pecho a esta cruda realidad y hacerme cargo de lo que me toco cuando repartieron promesas.

Espero

Me quede sentada mirando tu espalda mientras pisabas las huellas de mi desesperación.
No quedo nada, mas que el ruido de la ciudad, la noche en que ni el brillo de las estrellas pudo opacar tus ojos.
Tus labios nunca me atrajeron tanto, el corazón se me salía del pecho y vos te reías como si nada estuviera pasando.
No pude dejar de mirarte y de esperar ansiosa que te acercaras y rodearas mi cintura con tus manos.
No pude siquiera moverme, me tenías acorralada con cada palabra.
Pero los días siguientes no fueron más que mentiras e ilusiones.
Todas las frases que salieron de tu boca se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos.
No quedo más que el dulce recuerdo de aquello que alguna vez me hiciste sentir y hoy esquivo, saltando, cada baldosa que pisaste.
Me hablas como si nada, juzgas cada sensación creyendo entenderlo todo, burlándote de mis latidos.
Me ignoras, como si fuera un fantasma, como si fuera una suave brisa que rozo tu piel.
¿Qué espero de tu cabeza, que espero de tu simple existencia cada vez que me desquilibras el sentido?