miércoles, mayo 29, 2013

Juana salpico la luna. La luna escupió lo que le quedaba de saliva en su órbita. Mariano giro tres veces seguidas fuera de su eje. Sin querer una acción generaba la otra, sin saberlo siempre estaban tocándose.
No contaron nunca con la posibilidad de quedar del mismo lado, cuando uno salpicaba, el otro giraba y sino alguno de los dos se trasladaba a otra galaxia. Las dos caras de géminis no se ponían de acuerdo.
En Paternal, Juana rayaba la cascara de un limón. Por algún lugar cercano, Mariano cocinaba un bizcochuelo de manzana. Mariano cantaba los domingos, Juana bailaba los jueves.
Cuando la luna está llena, Juana se le acerca más y Mariano también. Hay eclipses que son imperceptibles.