lunes, octubre 15, 2012


Al pie de la montaña se saco las sandalias. Subió con algo de esfuerzo, mientras esquivaba alguna espina de los rosales que respondían al eco de su espalda. El vestido era tomado por algún yuyo  del sendero que no estaba marcado. El pelo iba dando vueltas por su cuello, respiraba tierra. El amanecer despabilaba sus ojos, mientras sus oídos iba siguiendo al viento que susurraba entre los arboles viejos.
Los labios, que durante tantos años habían logrado tomar la suavidad de los pétalos, ahora eran mordidos con rabia por unos dientes que ya no distinguían una fruta de la otra, y una lengua que solo sabia cantar en silencio. Debía recordar los motivos.
Algún roedor la acompañaba en la distancia. Algún insecto le daba vueltas a escondidas. Todos estaban atentos. Malena revoloteaba en forma irregular, cuando alguna idea oscura la atormentaba demasiado.