jueves, julio 20, 2006

"La vida no siempre es ganar"

Cuando te viste envuelto en esa verde mezcla de realidades, que venia acechándote hacía tiempo, caíste en la cuenta que aislarte diferenciando tu color no alcanzaba.
La violenta ambigüedad penetro en tu interior mientras el oscuro fondo albergaba tus sueños ocultos, esos, que comunes a los hombres, logran quitarte el aire.
Iba seduciéndote paso a paso, entre nubes sigilosas, entre el humo hipnotizante de lo extraño, del limite sensual entre los bordes delimitados por tu abismal brillo.
Te resulto imposible escapar a su veloz cacería, cuando viajando en ese manto nebuloso solo encontrabas mas pasillos sin salidas, infinidad de vacíos entre palabras cruzadas y besos que fueron.
Pretendería contornear tu circular figura el cromo, el celeste, el azul, licuando intenciones, luciendo heridas, flotando.
Muy a la izquierda, por debajo, esa luz se atrevería a resplandecer, que casualidad inconsciente entre medicamentos que no te deparaban esa deprimente contextura.
Ira invadiendo, nuevamente, de a poco, hacia el centro misterioso de tu espíritu donde todo es fuego, furia incesante que trae más enrojecimientos que cielos, amando siempre más tu infernal impulso.
Las tormentas amenazan el universo despejado de estrellas, sin visión alguna de otro ser mas que vos y esa fugaz figura que se acerca. Tu forma y la suya se diferencian claramente, pero su extremo acometerá tu lado derecho y sabes que no podes escapar.
Fundirás tu existencia en ella, en rayos y truenos y ruidos.
Qué creatividad une tus esfuerzos y que inteligencia lograría apartarme de vos en esta corriente carrera hacia las racionalidades sin sentido, donde sintiendo tampoco llegan a mi, ni yo a vos.
Estremece ese cielo lejano que te ata sin triángulos, ni cuadrados, solo círculos que nunca se abren, ni tampoco se cierran. Giran.
Alrededor se esfuma el límite negro entre el vacío y tu lugar, y tu espalda que nunca más estará cubierta y en la mezcla encontrás la receta.
Hablo de vos, de mí, del dibujo, las figuras, la tarde, la noche y la madrugada. Tu guardia y mis altos. Tus sueños y mis anhelos.
La tajada que puso el limite solo recuerda la angustiante imagen en la que se desarmaba del todo el castillo que encerraba esos ojazos audaces, desafiando con la mirada lo que nunca quisiste ver, lo que predecías.
Viajaste tan rápido como pudiste en ese espacio sin tiempo, suspendido cuerpo sin dueño, sin pertenencia.
Mareando peculiaridades vas, enfrentándote a la invasión extrema de sensaciones extremas, a tu pesar, a sus labios, a extrañarlos y dejarlos ir.