martes, diciembre 27, 2005

Desperto


Y entonces se encontró tan sola como siempre, impregnada en el viento.
Sus alas se alzaron cuanto menos una vez por día, pero no hubo caso. Su brillo se opacaba con la noche.
Quiso vivir todas las primaveras, quiso tocar el sol y se quemo.
Reposa en todos los jazmines, duerme sobre los rosales amarillos, se empapa con las gotas del rocío.
Pero deambula por los jardines gigantes buscando aquello que perdió…nada le alcanza.
Sueña, juega a ser enredadera y ver más allá, pero no puede. Estira sus brazos, pero no.
Sus rulos se enredan entre las ramas antes de llegar a la cima y sus pies quedan colgando en el aire que le trae aromas lejanos, añorando.
El perfume de su flor preferida esta cerca del polen y entonces da estornudos pequeños mientras escucha con sus oídos el sonido del mar…de su verde y diminuto mar. Ese que se extiende más allá del horizonte violáceo.
Sonríe a la luna, le cuenta sus sueños, su ilusión más grande, su secreto mas preciado. También cuenta estrellas fugaces.
De vez en cuando flota entre las nubes, se sumerge en aquella fuente donde deposita lágrimas de cristal, aquella donde ve su reflejo, donde se reconoce angustiada…desesperanzada.
Sus ojos se enceguecen con cada amanecer, se pierden en el ocaso.
Sus hombros no encuentran consuelo cuando el frío llega. Y busca, revuelve y no aparece.
Y llora sin entender en que momento se escapo. Cuándo fue que paso.
Sus labios se mojan en la lluvia confundiéndose con aquello que cae desde lo alto y se secan cuando se despeja el manto celeste.
Su naturaleza la recoge cuando pretende marchitarse y le canta mientras ella reposa sobre alguna hoja amoldada en algún árbol más alto, imponente.
Se deprimen las ramas para sujetarla cuando se cansa, cuando se debilita.
Remolinos, tormentas, se levanta la tierra, pero no se deja descubrir aquello que resquebrajo su alma.