viernes, julio 09, 2010

Cuantas veces quise saber hasta dónde iba a llegar.
Tengo certezas medio dudosas.
En las luces solo veo sombras.
No hay nadie más.
Un espejismo de vida que hubiera querido tener.
Solo esta lo de hoy, mañana ya pasó y el próximo instante decide que la letra que viene es esta o la que le sigue.
Y si dentro de un tiempo todo lo que digo se desarma, sé que siempre seguí siendo yo,
que en mi idioma no hay dos significados para una misma palabra y que digo lo quiero decir y eso se entiende.
Que no tengo más lados que la otras figuras y ni se por qué lo llamo figuras.
Que lo simple siempre es envidia, porque el que sabe sintetiza.
Hasta lo fijo se sigue moviendo, y hay cielos irrepetibles y algunos infiernos que nunca se van.
Que una mano te toma y te suelta y te condena cuando nunca te elije.
Que las miradas sin horizonte son mucho más permisivas y mucho más agresivas. Que no perdonan la distancia, la idea de ser más allá.
Y que más acá cuesta el doble…
Que nunca se perdona no utilizar la frontera que otros quieren imponer.
Que el silencio de otros los vuelve cómplices de la mentira. Los condena a la fidelidad que tiene que el preso con el carcelero que abre la puerta para ir a jugar, al cerrajero de la libertad del alma.
El que te cuenta un secreto y te demanda esconderlo compra tu espíritu para siempre, porque te obliga a elegir, a marcar distancias inevitables, infinitas e invisibles. Y de eso no se vuelve.
No deberíamos acostumbrarnos a la maldad, nunca deberíamos tolerar obviedades.