miércoles, octubre 01, 2008

8 de Agosto

Me paro frente al espejo, me miro rigurosamente los ojos; examino el contorno de mis labios, la fina línea que sigue el perfil de mi nariz. Logro descubrir cómo se deshinchan mis párpados cuando respiro, cómo se relajan mis pómulos, la sutil arruga en la sien cuando algún pensamiento me distrae.
Escupo ideas en forma constante, sueño y me despierto en medio de la noche. Es una cama demasiado amplia para mi sola. Se me hizo costumbre contar las luciérnagas que juegan en el jardín del frente de la casa en que vivo estos días; hay un sauce llorón que me recibe cada mañana cuando el olor del chocolate caliente penetra en mis sentidos devolviéndome un poco del ánimo tan ajeno, ese que hace tanto tiempo supe tener.
Malena busca en mis cajas las figuritas de hadas, esas de purpurina blanca; me las muestra y conversa sobre lo lindo de tener alas y volar. Le pregunté por las mariposas, me dijo que ésas no valían. Cuando le pregunté por qué no valían, me dijo que porque, al contrario de las hadas, las mariposas no son humanas...




"Ahora, en esta hora inocente

yo y la que fui nos sentamos en el umbral de mi mirada..."
(Anónimo)