viernes, mayo 26, 2006

36

Paso el cordón por el agujero de la zapatilla y me voy acordando de tus reproches a la hora de dar cuenta de los esfuerzos.
Creí que la diferencia estaba en tus ganas a través del tiempo.
El peso de las horas y las palabras al no ceder resecan los dedos que intentan tocar tu infierno.
La helada madrugada me llevo al rebuscado recuerdo de tus besos.
Mientras tanto camino hacia la puerta rezando, “por favor que no se vaya el bondi, que no lo vea, que el sí y me salude, que se acerque y yo me aleje”
Corrí media cuadra por la avenida desierta, entre baldosas flojas y un taxi confundido en diagonales que no existen.
Alcance a subirme con al aire justo de quien apura el paso de golpe y volví a pensar en tu mano en mi cintura cuando tu voz retumbo en mis oídos y ahí estabas.
Claro que en realidad, para ser el mediodía, la franqueza se quedo en la almohada y sin tener nada que hacer cerré los ojos y con el último suspiro me levante a globalizar mi cabeza. Consumí todo el amor que me dio la televisión a las tres de la tarde. (Venezuela sabe hacer novelas)
Arregle los minutos para no darle el pie a tu imagen y arrastrándome llegue una vez más a cerrar con llave y cruzar la calle.
Me di vuelta y empujaste mis ganas de quererte y se deshizo mi idea de dar marcha atrás, mas atenta que nunca a tu dedo pulgar me deje llevar.
Hay ciertos acordes que sacan tu boca de la mía y me dan tus brazos en mi espalda.
Entonces el perro abrió la puerta y el sol me obligo a sacar mi cuerpo de la cama. Buscando excusas incoherentes me senté en frente tuyo pensando que escucharías mis ruegos.
Tu olor recorre mi mejilla al ritmo de tus labios en mi cuello. A la fuerza pido alguna conciencia que me desprenda.
Por tercera vez me pinto las uñas y ya se hizo tarde. Por tercera vez me lo saque cuando la mitad de una hoja en blanco evidencia que fueron dos horas en ruinas. Ciento cincuenta días haciendo equilibrio.
Malabarista de ilusiones baratas, susurro tu nombre, lo repito y algún autor me trae de nuevo.
Esto de tener que buscarte sin que me descubras agotó mis ojos y cubriéndome de la fría indiferencia deje que los sueños te traigan.
Sabiendo que tengo media hora de retrazo termine de pasar los cordones de ambas zapatillas y tus mensajes me devolvieron la fe.
No te pierdas.

martes, mayo 02, 2006

ME AHOGO