lunes, septiembre 01, 2008

26 de Julio

Tengo que cubrir mi serenidad del desconsuelo en que me encuentro. Tengo que cuidar mi integridad, no dejar que la desesperación siga humillándome cada vez que llega una carta o alguien llama a la puerta.
Mi paciencia se termina y mis esperanzas también; ya no tengo ganas de comer, no tengo ganas de dormir porque no quiero despertarme sabiendo que es un día más sin vos.
Me pierdo en la calle, entre la gente. Busco algo familiar en el aire y no encuentro nada que valga esta pena. Con la sucesión de los días fue atenuándose la intensidad de mis latidos gracias alas infusiones de tía Elena y los abrazos y silencios de la abuela Odilia. Las dos saben el pesar que llevo dentro, lo confundida que estoy…el sabor amargo del desengaño.
No se como empezar ni como terminar las pausas a las que me somete el doctor Rizando, pero hay algo de desnudez en mis lágrimas cuando dejo entrever el dolor de no poder controlar, nada esta a mi alcance mas que el filo amenazante, la línea delgada del limite.

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