Cuando se tragó las lágrimas y
aguanto la amargura. Fue en ese momento que Malena enterró el dolor viejo para
volver a seguir adelante. Estaba cansada de sentir que mendigaba contención, o el amor que no hace falta pedir.
El colectivo cruzaba Palermo,
mientras pensaba y se frustraba con su falta de decisión, con su
inseguridad.
Oscurecía la tarde en la ciudad
y se acercaba la desesperante hora del sin sentido. Su mirada atravesaba la
tragedia, esas sensaciones antiguas que nunca pasaron de moda.
Volvía a pensar demasiado, a mirar el costado de la injusticia que busca ventaja en los trayectos sin vida.
Una vez más, teniendo que recordar la inevitable muerte en lo que el ser humano
no quiso evitar.
Por ahí, el resto se siga
tratando de eso: el misterioso correr del tiempo.
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