Malena otra vez perdió las alas.
Apareció hoy, en el desvelo de la noche, como siempre que llueve desde adentro
hacia afuera. Otra vez la determina el espacio en blanco. Ahí la veo, como sube
descalza, pinchándose con los pedazos de ramas de un árbol que se fue secando.
Esta lamentándose porque sabe que en algún momento dejo que alguna parte lo
hiciera, que perdiera la humedad en su corteza, esa blanda que exudaba una
savia dulce de amores para siempre.
Otra vez la bola cristalina gira
golpeándose sin saber hacia dónde girar en flotaciones inacabadas, alrededor ya
no vuela más nada. No le queda aire, aunque fatigada suba igual. No mira más
que hacia abajo, de una vergüenza pesada que desde atrás le está diciendo en su
presencia invisible que soltó por alguna razón, cuando dijo que nunca más iba a
soltar un amor de esperanzas y colores. Ahora piensa demasiado, pisando alguna
huella que no está, un lugar desconocido en el vacío.
La veo como solo mira al cielo cuando
pide, sabiendo que olvido agradecer los días de sol. Solo existe ese horizonte diluyéndose,
en una soledad desesperante. No queda un solo insecto debajo de las piedras, todos
se fueron. Esta sola en serio en este camino que le toca hoy, un empuje gris e
inevitable. Una inocencia que siempre está perdiendo, un bosque en sepia. Mueve
la cabeza, y dice que no pero sí.
Sabe bien que otra vez habrá una
brisa…pero que trae siempre lo que fue, por ahí ya no quiere ese riesgo. Porque
alguna vez juro cuidar el amor para siempre, no volver a sufrir, no volver a
dolerle el latido.
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