lunes, junio 17, 2013

Era un aburrimiento sumamente desequilibrante. Sabía que estaba yendo hacia esos lugares pasajeros, intensos, tan envasados al vacío. Luchaba con pocas ganas por salir de los estanques en que se encontraba, le daban un consuelo peligroso cuando la realidad no era lo que esperaba.
Demasiadas expectativas puestas en aquello que insiste con el llano, que lo prueba en cada rincón de lo fantástico cuando es derrotado por lo concreto.
Pasaba, ahora, con un registro más profundo. Era cuestión de despedirse de la imaginación oscura. Enfrentar nuevamente la tristeza, hacer el duelo en la renuncia a los caprichos. Enfrentar lo cotidiano recordando que, a lo que vivía, los demás le daban sentido en la medida en que ella lo encontrara. Siempre una búsqueda atenta y sincera.
Ah! Y que a nadie se le ocurriera poner en duda su amor, cuestionar su sensibilidad. Si el mundo la lastimaba…bueno, eran cosas que tenían que pasar, antes que vivir anestesiada. No iba a mentirse a ella misma, no quería dejar de sentir. No negociaría jamás su observación, era capaz de superar algunas instancias de lejanía, sabía que en algún momento terminaría, era cuestión de tiempo.
Ya conoce el regreso, sabe que tiene que hacer el esfuerzo, una vez más…dejarlo ir. Supongo que esta vez, con la certeza de saber que puede sostenerse igual. Es cuestión de nunca olvidarse de respirar.

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